Yo veía todo eso, y pensaba: "qué ganas de haber estado ahí"... lamentablemente yo era muy chica cuando vino el Tunick, pero si hubiera tenido edad suficiente, de seguro hubiera ido! Y no es por el solo hecho de andar en pelota por el mundo, que ya es algo digno de hacer alguna vez... sino, más que nada, por lo que significó para la ciudad y para los santiaguinos el apropiarse de la ciudad, el tomarla como algo íntimo, el desnudarse frente al resto y sentirse libres dentro de esta selva de cemento... nuestra selva.
De seguro algo que no se olvidará jamás y que queda en los recuerdos de quienes lo vivieron y que, de una u otra forma, marcó nuestra ciudad... Ojalá que el gringo ese se acuerde de Santiago de nuevo algún día, a ver si ahora sí que puedo estar!
(Cuando me metí al blogger para escribir esto, me di cuenta de que esta era la entrada 69! jajaja)
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