lunes, 28 de febrero de 2011

Me declaro yeta

Ahora que estoy casi inválida porque me extirparon las amígalas y lele mucho, me puse a revisar las cosas añejas en el pc y encontré este artículo que escribí hace tiempo para la revista del colegio...
Bastante ilustrativo de mi realidad, en verdad...

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¿Quién en este mundo no tiene el típico amigo “quemado”, el que se pasa cayendo, le llueven las pelotas y atrae la mala suerte por donde pasa? Bueno, para todos mis amigos, ese amigo soy yo. En verdad es una triste situación darte cuenta de que eres el único idiota que no tiene un amigo quemado. Aunque si tuviera uno, sería caótico. Imagínense: pelotas por dos, chicles por dos, postes por dos, hormigas cabezonas por dos… Mejor ni pensarlo.

Imagínense lo que se siente tener la mala suerte como karma hasta en tu flujo sanguíneo. Cuando pasas por la calle la gente te mira con cara de pared, te evita como si tuvieras lepra, no se sube a la micro contigo por miedo a tener un accidente, tus amigos no te llevan a ninguna parte: si estás en un partido de fútbol, aparte de que pierda su equipo favorito, la pelota te cae en la cabeza, quedas inconsciente, te tienen que llevar a urgencias, la ambulancia se queda en pana así que te llevan en triciclo (a falta de algo mejor), tus padres justo andaban en Viña pasándolo bien y más encima te castigan porque te habías quedado para “hacer un trabajo” y andabas hinchando huevos en el estadio… Bueno, en realidad todo esto es invento de mi mente trastornada, no es que me haya pasado alguna vez, ¡pero imaginen lo trágico que sería! ¡Es como para matarse (si con eso no moriste ya)!

¿Pero saben? Fuera de todo, creo que he descubierto bastantes cosas asombrosas sobre la mala suerte en estos últimos… en todos los años de mi vida. Por ejemplo, cuando hay dos personas con mala suerte en un radio corto, ésta se dirige irrevocablemente al “yeta” con más edad… ¡Sí, aunque no lo crean! Aunque la verdad he tenido pocas oportunidades para comprobar este avance científico, porque como mencioné antes, dos juntos son caos, colapso, desastre, holocausto, atentado a la física, “math error”, y cada ñoñería que se les ocurra.

También he llegado a desarrollar distintas teorías sobre el origen de este síndrome. La primera es que es de origen genético. Debido a mis rigurosas observaciones he podido darme cuenta de que este mal se presenta repetidamente en personas pertenecientes a una misma familia (siempre puede ser coincidencia… pero eso arruinaría mi súper teoría). Por ejemplo, si uno de estos individuos sufre un accidente de tipo “x”, lo más probable es que varios de sus parientes sufran la misma calidad de accidente alguna vez, o en su defecto sufran un accidente en auxilio del accidentado. La segunda teoría es que tiene origen patógeno (sí, de “bacterias”, no de “patas grandes”, aunque eso también podría ser…), puesto que pasar mucho tiempo con un “yeta” puede hacerte ser un “yeta” a ti también (lo he visto, créanme), lo cual hace concluir, para su desgracia, que esto es contagioso.

Por último, quisiera apelar a la solidaridad de nuestro querido entorno humano, ya que a pesar de que somos un peligro público, una plaga, un cáncer, una lacra de la sociedad (estoy tratando de dar pena, nótese), hay que tomar en consideración que somos como mártires. Sí, porque si lo piensan, bien el fondo, somos quienes salvamos al resto de la gente de los atentados del mundo contra su vida y los desafíos a la física… Somos los que recibimos los pelotazos, la caca de pájaro, los que pisamos los chicles, a quienes nos llega el agua que salpican los autos al pasar por una poza, en fin... Es un trabajo difícil, pero alguien tiene que hacerlo, ¿no?

Si usted se siente identificado con este artículo, hágase ver. El no tratamiento de esta patología puede ser mortal (literalmente).

jueves, 17 de febrero de 2011

Ecología vs. Naturismo

Estos últimos 10 días anduve de vacaciones por el norte chico. Valle de Elqui, Punta de Choros y todo el sector de Coquimbo y La Serena. Obviamente me fui en la volá pensando cosas, sobre lo hermoso que es nuestro planeta, que es Chile, y qué hacer para conservarlo en su máxima pureza. En la primera parte de mi recorrido, en Elqui, me encontré rodeada de vestigios diaguitas en cada pueblo que pisé. Artesanía en barro, los clásicos dibujos y jarros pato. Anduve una noche también en el observatorio Mamalluca, donde el conectarse con las estrellas y ver el cielo desde donde nuestros ancestros lo veían en medio de ese valle fue algo cuático. Ahí, en toda esa onda, me vienen los sentimientos puramente naturalistas... Naturalistas, de vivir como lo hacían nuestros ancestros, de la tierra, construyendo casas de palos y barro, cultivando y criando ganado, tejiendo las ropas para vestir, cocinando con fuego... en fin, volver a lo natural, como se diría. Y es que ahí se respira eso, eso indígena que nos hace querer ponerse a hacer jarros de cerámica y trasquilar guanacos, qué se yo.
Punta de Choros fue el siguiente paso. El viaje recorriendo las islas en bote (que lo recomiendo es que totalmente), es realmente místico. No hay como ver a los delfines nadar al lado tuyo, a los pingüinos intentando saltar de una roca a otra con sus potitos gorditos y sus patas cortas, a los pájaros criando sus pollitos, a los lobos de mar en su salsa con la guata al sol, tirados en las rocas. Pureza. Es la manifestación más viva de nuestro biosistema en funcionamiento. Ahí, mirando a los animales vivir, mirándolos en su hábitat, te da rabia con todo... Surge ese sentimiento incontrolable de protegerlos, de que nada ni nadie altere su ciclo maravilloso, su belleza, que es absolutamente natural. Dan ganas de que la raza humana desaparezca y los dejemos tranquilos de una vez, porque son tan dueños de su pedazo de roca en medio del océano que me sentí indigna siquiera de asomarme a su morada. Y es que la tierra es tan de ellos como nuestra, pero a veces parecemos creernos lo más importante de por acá. Craso error.
A esas alturas, ya estaba enfrentando mis dilemas internos acerca de nuestra existencia e influencia en el medio natural, pensando que todo sería más fácil si fuéramos unos cuantos y viviéramos en medio del bosque, como en edades ancestrales... pero siendo que la evolución e incontrolable multiplicación de los seres humanos es algo inevitable e irrevertible, hay que encontrarle una solución al problema. Una que sirva, y que sea viable. Y en eso, pasamos en la carretera frente a un parque eólico, Totoral, con sus 40 molinos girando al viento entre el camino y el mar. Ahí está. Energía limpia. Tecnología. El conocimiento y el desarrollo humano en beneficio nuestro y cuidando de alterar el medio lo menos posible. No es que no lo haya pensado antes, obvio, si hasta tomé un curso de eso para este semestre... es que en ese momento me di cuenta de la diferencia entre ser Naturista y ser Ecológica... O sea, somos todos verdes, eso está claro, pero ahí es donde empieza el dilema, porque vivir "a lo natural" con lo avanzada de nuestra civilización (me refiero a la cantidad de gente y lo esparcidos que estamos) no es viable seguir ese camino, porque si miramos un poco para atrás no más, en la Revolución Industrial, fue justamente esa forma natural o antigua de obtener energía y de hacer funcionar las cosas que, siguiéndole el ritmo a la creciente economía, dejó la mansa cagá ambiental en todos lados... Europa deforestada, enfermedades respiratorias a causa de la quema de carbón, contaminación en las ciudades por el uso de chimeneas, etc.... Al final, tratando de sacarle los recursos a la tierra, por muy natural que sea, la vamos a dejar seca, muerta. Y digo sacarle, no sacar... porque estamos sacándole cosas que no somos capaces de devolver. No al mismo ritmo... y por muy natural que sea, quemar palos en la casa para cocinar a leña le hace un daño tremendo al medio ambiente. Ahí es cuando pensé que la ecología es el tema en verdad... al menos cumple lo que se le pide, alterar lo menos posible. Porque no podemos ser tan cerrados, de alguna forma hay que abastecer a la población, de algún lado hay que sacar energía para hacer funcionar todo. Y pa eso usamos la cabecita, para idear formas de obtener energía de lo que la tierra nos otorgue, pero sin alterarla, sino dejando la energía fluir nada más. Eólica, solar, mareomotriz, geotérmica. Limpias. Usando nuestro intelecto y el desarrollo tecnológico más avanzado que podamos lograr, en beneficio de nuestra mamita tierra. Si al final, tenemos la cabeza pa usarla. Aunque para muchos la tecnología significa algo malo... de ahí sale el dilema entre si la idea es seguir lo natural y, por decirlo así, nuestro instinto, viviendo con lo que podamos sacar de la tierra, o si queremos cuidar el planeta y mantenerlo lo más inalterado posible, usando todas las facultades que tenemos para ello. Yo me voy por lo segundo, aunque sin olvidar que, al final, somos parte de la naturaleza y de este ecosistema de Gaia, y que cuidar a la madre no basta, hay que escucharla también... Hay que sentirla.

Isla Riesco

Video que vi hace un par de semanas y que dice todo lo que hay que decir acerca de este proyecto (otro más) de los magnates que dominan nuestro país... Patrañas.
Sorry no haberlo compartido antes, me fui de vacaciones.

marcando territorio

Todo lo que está escrito en este blog son pedazos chorreados de mi propia conciencia (o inconciencia) y tengo todos los derechos del mundo sobre mis palabras, ok?
Prohibido copiar, plagiar y/o imitar mi súper estilo, mis ideas o cualquiera de las huevadas que hablo, porque mis pensamientos son únicos, y al que no le guste, chabela.