lunes, 21 de septiembre de 2009

Trance natural

Como una gota de lluvia una tarde de primavera, el inesperado resplandor de una lágrima que cae desde lo alto y con nostalgia te evoca en un cielo de azul y anaranjado, las mismas nubes que empañan mi memoria, el mismo perfume etéreo y efímero que emanas, como un árbol de otoño, como un macho intimidado por el esplendor de la hembra naturaleza.
El verde, aquel que se refleja en el agua que desciende y que transparenta las luces del horizonte, que contiene el mismo atardecer en una burbuja de colores agonizantes, aquel que en tus ojos se confunde con la tierra y la hierba, es el mismo que me transporta a tus valles y tus cumbres, al relieve de tu alma, al corazón de tu mundo, con olor a bosque, con sabor a mojado y sal, la textura natural y la melodía de ese ambiente de trance sideral.
Es el fuego, es el aire, es el agua y la tierra; son los elementos de la materia abstracta, es la quinta esencia que es cosmos y es caos, es la energía que revive y el veneno que intoxica, el silencio, la luz y el vacío. Te desvaneces, como el día que se duerme llorando, como el velo que se esfuma en los límites occidentales, como las eras olvidadas y los sueños derramados en pozos de inconsciencia, como la surrealidad de lo divino, como el karma oculto desde días antiguos. Permaneces, como el viento frío y la densidad del tiempo, como la infinidad del espacio, como la esfera celeste. El flujo del mundo, la sangre en el cuerpo, tu espíritu en volátil libertad, enjaulado en la humana debilidad.

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marcando territorio

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